Última hora sobre la reciente muerte del Conde Olinos y su amada Infanta

conde.jpgHace una semana, el lunes en la medianoche, como ya informamos en nuestro periódico, murió el Conde Olinos asesinado con lanzas. La Reina lo había mandado matar porque su hija estaba enamorada de él, y él, enamorado de ella. Pero la Reina no quería que su hija se casara con él porque era de linaje inferior.

Al enterarse de la terrible noticia, la Infanta también murió de pena al amanecer de esa misma noche.

La familia real decidió que a ella, por ser hija de reyes, la enterraran en el altar, pero que a él, al no tener sangre real, lo enterraran unos pasos más atrás.

Parece ser que en estos últimos días de ella había crecido un rosal blanco y de él un espino albar. Como la Reina seguía teniendo envidia ordenó que los cortaran inmediatamente. El jardinero del palacio que los cortó nos dijo que no paraba de llorar de la pena que le dio.

Pero que los cortaran no sirvió de nada porque poco después, según acabamos de conocer en nuestra redacción, de ella nació una hermosa garza y de él un veloz gavilán. Un montañero nos ha confirmado que ayer los vió volando juntos por la Ribagorza.

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Y, a pesar de los esfuerzos de la Reina por acabar con esta hermosa historia y que sea olvidada lo antes posible, nuestros trovadores y juglares han compuesto con ella romances que van cantando por todos los pueblos y aldeas de nuestro Reino por muy escondidos o lejanos que se encuentren.

Aquí os dejamos con una de las versiones que hemos escuchado esta misma tarde a un juglar que la cantaba en la plaza:

Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a escuchar;

caminante que camina
detiene su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.

Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
– Mira, hija, cómo canta
la sirenita del mar.

– No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos,
que por mí penando está.

– Si por tus amores pena
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real .

– ¡No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!

– ¡Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
Ella, a los gallos cantar.

A ella, como infanta,
la entierran en el altar,
y a él, el conde Olinos,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco;
de él, un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.

De ella nacería una garza;
de él, un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
Juntos vuelan par a par.

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