Ortega y Gasset
Mi trabajo intenta abrir una puerta para despejar los laberintos en que el docente se encuentra en su labor y que le traen mal-estar.
En la consulta solemos ver una dicotomía: por un lado alumnos con problemas de aprendizaje y de conducta y por el otro, docentes que piden licencias o bajas laborales por dolencias físicas, estrés, depresión, etc.
Cuando la comunidad educativa (docentes, equipos de orientación, personal auxiliar, directivos, familias) habla de ello, puede cometer el error de culpabilizar o bien a los alumnos o bien a los docentes.
El encuentro docente-alumno convoca a una movilización de personalidades que deben acoplarse.
Mi apelación es a la reflexión sobre la tarea por parte del docente, haciendo foco en la relación con el alumno para abrir un espacio que tienda a mejorar la calidad del vínculo y el bien-estar de ambos polos de la dupla, coordinada por un profesional psicólogo como mirada externa.
Esta tarea de reflexión sobre el rol docente, puede hacerse ya sea en la institución escuela, o bien en la consulta privada. Este espacio para poder pensar el rol, las vivencias que provoca la tarea, las implicancias en la vida emocional del docente que debe enfrentarse con ella cada día, desde mi punto de vista, debería contemplarse dentro del mismo desempeño del rol. Es decir que en el mismo desempeño del rol docente debería estar incluido un espacio de reflexión sobre la tarea de forma sistemática.
Para ello, los invito a tener siempre presente un análisis de la interrelación entre las áreas: institucional, social y personal.
El rol docente implica relación, transmisión, comunicación. Cuando hablamos de rol docente estamos refiriéndonos a dos polos en juego: el docente y al que va dirigida su función. Hablamos entonces de una relación diádica, no monádica.
Si lo pensamos como una mónada, el docente es la unidad de análisis, sería lo primario y el alumno lo derivado. Docente sería el término principal de la actividad educativa.
Si lo pensamos como una díada: estamos tomando en cuenta que la unidad posee una dupla y esta relación de dos términos define sus identidades.
Bajo esta perspectiva, uno es docente aunque el alumno esté físicamente ausente, se instala como tal teniendo el otro término en cuenta. Existe así una implicancia de Rol y Co-rol. Uno no existe sin el otro.
En nuestro imaginario, la escena primaria del rol docente o la escena primaria del rol alumno, convoca nuestro modo de ser docente o ser alumno. Puede referirse a cualquier época y escenas de nuestra vida pero serán siempre significativas.
Estas representaciones internas de modos de ser docente o alumno (memoria procedimental), suelen ser inconscientes, están muy alejados de nuestra consciencia.
En mi experiencia como psicóloga, las consultas sobre el rol docente me han llegado a través de uno o varios docentes en grupo o de una institución.
Como profesionales consultados, la respuesta será trabajar con el/los docente/s y si es necesario articulando con todos los estamentos de la institución.
La consulta tanto sea institucional o privada, nos hablará de un mal-estar del consultante. Una de las tareas del psicólogo y psicoterapeuta será centrar el análisis desde el punto de vista de una relación. Desde allí, primero habrá de comprender empáticamente, cuál es la queja, que generalmente comienza por ser institucional para llegar luego a desvelar los múltiples entrecruzamientos causales y desencadenantes del problema, que nunca es puro sino un interjuego de varias áreas en un mismo mal-estar.
Luego, será importante conducir al docente a la interrogación, que es una de las principales apelaciones al des-cubrimiento y al hallazgo de soluciones posibles.
Una de los desafíos será deconstruir el ideal docente social, el ideal del yo, el docente que quisiera ser, el docente que es, el que cree ser y el que quisiera llegar a ser. Analizar las distancias entre ellos y las posibles articulaciones recreadas desde un lugar de análisis profundo.
Al mismo tiempo ayudaremos a entender al alumno como alguien que trae consigo los componentes propios pero también como un ser que es parte de una relación y como tal, también es influido por ella.
Como docentes, para poder analizar nuestra labor y la relación con el alumno como parte de la misma, necesitaremos un tiempo y un espacio que deberemos crear (si éste no existiera) ya sea dentro de la institución o bien fuera de ella. Este espacio y tiempo coordinados por un profesional psicólogo, deberían ser parte de esta labor pues habrá que apelar a las emociones, fantasías, vivencias, recuerdos, transferencias, que se ponen en juego, tomando este foco (la relación) como objeto de mira, objeto de estudio, objeto de análisis.
Esta práctica redundará sin duda en una mejor calidad educativa y bien-estar del personal docente implicado.
Haciendo foco en la relación, podemos recurrir a un rastreo de la historia del docente referida específicamente al ámbito relacional y emocional vinculado con la escuela. Qué tipo de características de relaciones, qué tipología de alumno o persona lo deja más descolocado en una situación de encuentro o enseñanza aprendizaje y qué efectos causan en él las diferentes cualidades relacionales.
Interrogado a si mismo, podrá ir descubriendo con qué herramientas cuenta a nivel personal e institucional, para enfrentarlas con mejores resultados para ambos términos de la relación.
Se preguntará a estas alturas del trabajo: ¿hay algo que deseo cambiar?
¿Qué papel tengo en ello?
¿Tengo esperanzas en mi labor?
¿Renuevo mi vocación?
¿Por qué estos interrogantes y para qué estas respuestas?
El docente trabaja en un grupo pero su labor en el aula es solitaria. De allí la importancia del trabajo de reflexión
Cada persona puede ser consciente de los datos que maneja y de los resultados que puede controlar, pero no es consciente de todos los procesos que se generan dentro de sí.
Para ello debemos aspirar a acceder a la autoobservación de nuestra labor y de nosotros mismos en relación. (Consciencia crítica) De esta forma no nos quedaremos con lo que se hizo sino podremos analizar por qué se hizo y para qué. (condiciones de producción y efectos sociales del desempeño del rol) encontrando los condicionamientos subyacentes de nuestros actos.
El docente es modelo de identificación y puede convertirse en modelo de nuevos modos de relación para el alumno.
Pero al mismo tiempo, el alumno es para el docente motivo de cambios.
Alumno y docente se implican mutuamente y en la medida en que trabajemos en la búsqueda del bien-estar del docente estaremos influyendo en el bien-estar del alumno.
María Elena (Mariela) De Filpo Beascoechea
Psicóloga-Psicoterapeuta
Col: 18413 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Psicoterapeuta acreditada por FEAP
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