Érase una vez un niño que se llamaba Pablo.
Pablo era guapo, tenía los ojos brillantes, era calvo y sólo tenía un diente.
Pablo no estaba gordo, estaba como un palillo aunque comía mucho, se comía lo que le ponían en el plato y lo que le sobraba a los demás.
Le gustaba mucho el fútbol. Con sus amigos, los domingos, se iba al campo a jugar al fútbol y era del Barça. Por eso, cuando jugaba el Barça se iba a casa de sus amigos a verlo, y si uno no podía se ba a casa de otro, pero no se perdía ningún partido.
Al baloncesto no le gustaba jugar porque un día iba corriendo con la pelota hacia la canasta y un niño se le echo encima y se hizo un esguince y lo llevaron en la ambulancia y estuvo un mes con muletas y ya no jugó más al baloncesto, pero iba a ver todos los partidos porque se lo pasaba muy bien.
JUAN, 5º