El día 20 de Noviembre por la mañana, los niños y las niñas del cole de Sahún, estuvimos haciendo longanizas. Reyes de casa Ramunchuán, la madre de Juan, nos había invitado a hacerlas con ella en su casa.
Cuando llegamos, lo primero que tuvimos que hacer fue lavarnos muy bien las manos con agua y jabón.
Después empezamos a cortar en trocitos la carne magra de cerdo y un poquito de panceta. A veces también se añaden trozos de pulmón cocido, tocino, vinagre y ajos si se quiere hacer longaniza de pulmón, pero la nuestra sólo llevaba carne magra y panceta.
Los trocitos de carne se echan a una máquina que se llama capoladora para picarlos y mezclarlos.
No se tiene que usar los dedos para empujar la carne porque la capoladora nos los puede cortar.
A esa carne picada se le añaden especias (sal y pimienta) y se amasa todo junto.
¡Qué divertido!
Se ponen los intestinos en agua, que tiene que estar caliente, para desalarlos y que no se rompan al utilizarlos.
A la capoladora se le pone una especie de embudo para envasar la longaniza y se le colocan los intestinos en la punta como si fueran un calcetín.
Ahora ya se echa la carne a la capoladora y se van envasando las longanizas.
Hay que tener cuidado que no se rompan los intestinos y que no quede aire dentro de la longaniza.
Se atan las dos puntas y se dejan orear unos días si se quiere comer asada o frita y si no se deja un par de meses a que se sequen para longaniza seca.
¡Nos lo pasamos muy bien!
Y el lunes nos las trajo Reyes asadas al cole para merendar y estaban ¡buenísimas!
¡Gracias Reyes!
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Lo contamos Juan, 3º de primaria, y María e Irene de 5º